domingo, 31 de julio de 2016

La Miopía del marketing. ¿En qué negocio estás?

Blockbuster enseñó a millones de consumidores que no daba igual dónde alquilar sus películas  para ver en casa. Para hacerlo, diseño una propuesta de valor diferente, única: un modelo de espacio físico  en el que disfrutar el proceso de descubrir, elegir y alquilar una película  para ver en casa. En ocho años  pasó de una tienda a tres mil. Con solo nueve años de vida, la compañía se vendió  por 8.400 millones de dólares. Hasta ahí una deslumbrante historia de éxito. Pero el éxito es escurridizo y difícil de mantener. Doce años después. Blockbuster casi había perdido  el 95% de su valor de mercado, cayendo a menos de 500 millones. En 2010, acosada por un pasivo de casi mil millones, y sólo  veinticinco años  después de su fundación, la que años atrás era la estrella más brillante del cielo del entretenimiento  doméstico, se quedo sin luz  y no tuvo más remedio que presentar la quiebra. ¿Qué convierte un negocio de miles de millones en un desastre irrecuperable en menos de diez años? desde luego, el mercado del entretenimiento doméstico no ha dejado de crecer en los últimos veinticinco años, de hecho, su crecimiento se ha acelerado. Entonces  ¿cómo es posible que el líder  de un mercado en crecimiento  retroceda al mismo ritmo  que crece el mercado que lidera? 
                        
                                         La gente no compra productos, compra soluciones.
                                                                                            "Theodore Levitt"
 
 
Hace ya cincuenta años, Theodore Levitt escribió un inspirador artículo en la Harvard Business Review. Su titulo casí predice las causas del desastre: " La miopía del marketing". Para empezar, afirma que toda gran industria fue alguna vez una industria en crecimiento. Pero algunas, que ahora cabalgan sobre el entusiasmo del crecimiento, se encuentran ya en la sombra del declive. En la miopía del marketing, Levitt se preguntaba porqué los ferrocarriles; situémonos en 1960, estaban atravesando  una crisis de negocio y encontraban tantas dificultades  para sobrevivir. " La necesidad de transporte, tanto de personas como de objetos, no ha disminuido, por el contrario, ha aumentado". asegura. Los problemas del ferrocarril , nos dice, no  han surgido porque otros (carros, camiones, aviones) hayan cubierto estas necesidades, sino  porque no ha sido  el ferrocarril el que las ha cubierto. En la industria del ferrocarril, todo el mundo ha asumido , siempre, que se encontraba en el negocio ferroviario, cuando en realidad su verdadero negocio no era el de los ferrocarriles, sino el del transporte.
 
Mientras la revolución digital  ponía patas arriba cómo el mundo se  informaba, elegía, y consumía  entretenimiento, Blockbuster seguía aferrado a su modelo físico, de tienda y soporte ( VHS primero y luego DVD), porque su negocio, decían, estaba en el negocio de alquiler de DVD, e incluso en el negocio del retail, cuando su negocio siempre ha sido el entretenimiento en casa. Eufóricos, ebrios de éxito, hacían lo que tocaba para crecer a un ritmo arrollador  en el negocio del retail: abrían tiendas por todo el mundo, en los lugares emblemáticos y más transitados de las grandes capitales. Mientras alguien  en una servilleta estaba dibujando  los primeros trazos de  YouTube, Netflix, itunes. Pero el problema no fue lo que hicieron YouTube, Netflix, itunes. El problema fue lo que no hizo Blockbuster. Y al no hacerlo, dejó que lo hicieran los demás. Como los ferrocarriles, Blockbuster fue una victima más, en este caso mortal, de la miopía de sus gestores. 
 
¿Cómo evitar la miopía?
 
El remedio consiste en centrarse en el consumidor: asumir que estas en el negocio de satisfacer su necesidad, y no en el de vender tu producto. Si tu producto son los taladros, no estás en el negocio de los taladros, sino en el de los agujeros. Aún más, en el negocio de fijar cosas a la pared. si fabricas yogur, tu negocio no es la industria láctea, sino  la alimentación de las familias. El Circo del sol  no siempre fue el negocio multimillonario que es hoy. Hace poco más de veinticinco años  estaba formado  por un grupo de artistas callejeros que se ganaban la vida  con cada  actuación, recorriendo las calles de un pueblo cercano  a Quebec. Una minúscula micropyme. Un insignificante grano de arena en el negocio de los circos. Pero Guy Laliberté, su creador, nunca consideró que formaba parte del negocio  de los circos, su negocio siempre fue el espectáculo. Eso le permitió analizar  sobre lo que un circo debía ser  y romper las barreras que estaban llevando  a su industria a la inevitable decadencia. Laliberté se permitió cuestionar el canon de su industria  proponiendo un circo que:
 
  • No tuviera animales.
  • No estuviera dirigido al público infantil.
  • Combinara la narrativa teatral con la acrobacia circense.
  • Desarrollara un hilo dramático, introduciendo personajes y contando una historia. 
El resultado es el circo más rentable  del mundo: el de mayor capacidad de convocatoria, el único que puede permitirse  22 espectáculos simultáneos, y, como si fuera poco, aquel  por el que su público  paga un precio de taquilla  varias veces superior  al de cualquier otro circo. Todo esto es sólo  posible si puedes mirar por encima  de los dictados de tu industria, y centrarte  en las necesidades de tus consumidores. Hoy, en infinidad de libros y escuelas de negocio, se cita  el ejemplo del Circo del sol casi tanto como el de Apple  como modelo de innovación disruptiva, y se eleva a Laliberté, como a Steve Jobs, a la categoría de profetas  visionarios. En realidad, ninguno de los dos  ha tenido el don profético de predecir el futuro, ni dotes paranormales  (aunque sí habilidades extraordinarias). El gran acierto de ellos  para reinventar sus industrias y convertir sus pequeños negocios  en compañías multimillonarias ha sido su preocupación, casi obsesiva, por centrar el foco en las necesidades del consumidor, incluso contradiciendo el canon de su sector.  
 

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